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miércoles, 16 de octubre de 2019

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“Como dejar las mochilas emocionales”

Como seres humanos, todos queremos ser felices y estar libres de la desgracia, todos hemos aprendido que la llave de la felicidad es la paz interna. Los mayores obstáculos para la paz interna son las emociones perturbadoras como el odio, apego, miedo y suspicacia, mientras que el amor y la compasión son las fuentes de la paz y la felicidad (Dalai Lama)



Por: Lic. Cesar Ramos.


Whatsapp: 1 (809) 436-5792.

Thinker Group.

ITB.


Caminas, caminas y caminas por las calles donde habitualmente te relacionas con la gente, te sientas en la cafetería para picar algo antes de continuar, reflexionas sobre tu día anterior, y piensas en todos los planes que tienes para hoy. Tienes una agenda apretada; debes ir de compras al súper, dejar los niños en el colegio, te acuerdas que hoy tienes junta, pero además te acuerdas de que debes prepararte para una exposición etc.… buscando un momento de respiro te detienes  en el parque. Quizás tan solo buscas despejar la mente pero, no puedes dejar de notar en los rostros de la gente que pasa frente a ti el reflejo de ira, su miedo, su angustia y sus cargas emocionales, es como si se materializara en sus miradas tristes y preocupadas, iracundas, en sus hombros encorvados, lo notas en el lenguaje corporal de la gente que pasa frente a ti, te das cuenta de que las cosas van de mal en peor cuando escuchas al conductor gritarle al de al lado, tocarle bocina al del frente, maldecir al agente de transido, y de repente abres tu mochila y comienzas a sacar una cosa tras otra… empiezas a sacar todo lo que traes cargado en tu espalda; sacas a un lado, los recuerdos dolorosos de tu infancia, al otro lado pones las ofensas que has acumulado por años, por aquí pones tu orgullo herido, por allá, las lagrimas, por aquí los miedos, por otro lado la ira, el enojo, no muy lejos dejas caer el recuerdo de momentos dolorosos, tus fracasos, bien envuelto traes un corazón roto, así sucesivamente pasas lista de todo lo que has acumulado con los años. Luego que acariciarlos un rato, vuelves a poner todo en su lugar, aun cuando reconoces que la carga es muy pesada para, decides no dejar nada fuera, te dices a ti mismo o a ti misma que si otros pueden con sus cargas tú también puedes con las tuyas creyendo firmemente es tu responsabilidad cargar tu cruz y piensas a demás que no hay opción, con todo y eso debes seguir adelante, te pones de pie, pones tu mochila sobre tu espalda y te mesclas entre la gente, rápidamente te confundes entre el montón… ¿Cómo distinguirte entre tanta gente? Sabiendo que todos llevan cargando a cuesta sus propias mochilas; en fin así todos se terminan pareciendo.